jueves, 24 de abril de 2008

Más de lo mismo


Resulta que esta tarde pasé por el Conservatorio de San Martín con la intención de volver por enésima vez, pero esta vuelta para darme el gusto y estudiar Piano, cosa que siempre quise hacer pero nunca hice, no sé bien por qué. Alentada por el hecho de que la mítica institución educativa se había mudado del viejo edificio de la calle Tucumán (que clausuraron por falencias múltiples, entre ellas las paredes electrificadas y el hecho de que cuando llovía siempre caía más agua adentro que afuera del Conser), a un edificio relativamente nuevo en la calle San Lorenzo, justo frente a los Tribunales de San Martín, decidí volver creyendo que además del cambio edilicio, podrían haber esperanzas de que finalmente se hubieran solucionado las cuestiones burocráticas que siempre ralentaron los trámites internos de la institución. Tenía esperanzas de que la mudanza hubiera traído consigo una verdadera renovación, sin tanto politiquerío interno digno de la UBA (sin intención de ofender a los héroes que todos los días concurren a esa universidad), y con una administración más ágil y efectiva.

Las pelotas.

La cartelera de la entrada se encargó ella solita de destruirme las ilusiones de un plumazo.

Siendo hoy 24 de abril y estando a más de un mes del inicio del ciclo lectivo en nuestro país, en el Conservatorio, por motivos distintos que ni me voy a molestar en recordar, todavía no empezaron las clases. No obstante, las secretarias (que como buenas empleadas municipales que son, viven en una nube de pedos eterna), seguirán anotando alumnos a diestra y siniestra hasta la primera o segunda semana de junio, haciendo caso omiso de los límites de los cupos en las carreras y engrosando indiscriminadamente la matrícula, cosa que causará en su momento un despelote de proporciones épicas. Todavía hay partes del edificio nuevo que siguen sin contar con la habilitación municipal, y otras tantas que aparentemente ni siquiera están en construcción. En definitiva, cambió el domicilio pero todo lo demás, lamentablemente, se mantiene intacto. La cooperadora que es un muñeco de torta, los alumnos ilusos que siguen con sus eternas asambleas y sus toccatas al aire libre, creyendo que así van a lograr cambiar algo dentro del Conservatorio... pero no, yo me olvido que vivimos en Argentina y que acá la mediocridad logra sobrevivir a todo.

En fin... tendré que figurarme otro modo de aprender a tocar la pianola... qué va a ser.

Para la próxima, y si me viene en gana, a lo mejor me animo a intentar hacerle la competencia al Sr. Renegado y me despacho con una crítica de El Sospechoso. No prometo nada, todo depende de la acidez con la que me despierte mañana.

Guten nacht.-

Quino, genio y figura.-

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